Tábanos de paisano

1.

 

En la plaza hexagonal

del viejo colmenar

 era día de mercado

y reinaba un bullicio

caótico y animado.

 

Puestos de polen y cera,

própolis, miel y jalea,

tejidos de tela de araña

y de gusanos de seda.

 

Y hasta una orquesta de grillos,

en el centro de la plaza,

tocaba una serenata

con un coro de cigarras.

 

 

 

 

En un prado aledaño

se practicaban varios deportes.

Entrenaban en triple salto

un grupo de saltamontes,

unas potentes hormigas

levantaban grandes pesos

y veloces cucarachas 

competían en los cien metros.

 

Al fondo de la explanada,

 las torres del palacio, 

sede de la reina madre,

recortaban sus siluetas 

contra el cielo de la tarde.

 

En otro extremo de la plaza

 se alzaba el templo principal,

donde la poderosa casta 

de las Mantis religiosas 

realizaba sus rituales

y sagradas ceremonias.

 

2.

 

Las encuestas revelaban

que la mayoría de los insectos

aceptaban de buen grado

cumplir su cometido vital

y se mostraban partidarios

de la tradición ancestral.

 

A las hormigas les gustaba

transportar pesadas cargas,

a las abejas recolectar polen,

a la reina poner huevos

y a los zánganos no hacer

absolutamente nada, 

excepto copular con la reina madre.

 

Era su destino en la vida

y nadie parecía envidiarles,

 por extraño que parezca.

 

 

Pero no todos estaban

de acuerdo con el sistema,

y algunos más radicales

solían causar problemas.

A cierta distancia del palacio, 

grupos republicanos 

coreaban diversas consignas 

contra la monarquía reproductora,

reivindicando el derecho

de cualquier insecto

a poner sus propios huevos.

No aceptaban privilegios.

 

En una esquina del templo,

un grupo de machos laicos 

protestaba contra la crueldad

que evidentemente suponía

ser devorados por las Mantis 

al acabar el acto sexual.

 

 

Una nube de mosquitos 

con máscaras antigás

protestaba con vehemencia

contra la humanidad.

 

Portaban una pancarta 

en la que denunciaban

el genocidio sistemático

y el uso de armas químicas

por parte del género humano,

 

vigilados a distancia

por varios tábanos de paisano.

 

 

 

Cuando un zumbido insistente

me despertó de repente…










 SUEÑOS

Un jardín de las delicias,
tres relojes deformados
y una lluvia de paraguas
con análisis freudianos.

Los tambores de Buñuel
en paisajes de Max Ernst,
los insectos de Dalí
y las pipas de Magritte.



El sueño es una ensalada
de recuerdos y proyectos,
de espacios y de tiempos,
aliñada

caprichosamente
por la caprichosa mente...