Poesía fluvial

"Nuestras vidas son los ríos..."





 1. EPOPEYA FLUVIAL



Las aguas del río Manzanares 

tienen la virtud de bañar 
las dos capitales peninsulares,



pues tras nacer en la Pedriza
y pasearse por Madrid,
 vierte sus aguas en el Tajo,
que viene de Albarracín
y sigue su curso río abajo,
hasta su atlántico fin...









2. PIEDRA SIN RELOJES



En el mundo imposible de la Pedriza,

nace un simpático riachuelo


que forma torrentes juguetones

con ruido alegre y cristalino

entre grandes esculturas de granito,

con forma de fantasmas o gigantes

que viven todavía en la edad de piedra.



el color cálido de las  rocas

y el aroma pegajoso de la jara

construyen un planeta  acogedor

donde los buitres ejercitan el silencio.





La gran formación granítica

tiene una identidad contradictoria,

mezcla de solidez y filigrana,

de pájaro y columna,

de piedra que quiere ser nube.




La erosión interminable de los elementos

muestra la grandeza de los tiempos lentos

y sobre las formas surrealistas de las rocas

flota una tranquilidad que no conoce relojes.













3. RÍO ABAJO

El Tajo hace honor a su nombre
  entre tajos y precipicios
y avanza con dificultad,
produciendo electricidad,
siempre fiel a su destino.


Rodea con calma Toledo
y continúa su camino
 bajo las cumbres de Gredos
fluyendo hacia el país vecino...


Tras pasar bajo el puente de Alcántara
desde hace unos dos mil años,
el río entra en tierra lusitana
donde adquiere nombre de árbol,
pues pasa a llamarse río Tejo
desde allí hasta el gran estuario...











4. LISBOA



es la democracia de las ventanas,


en la que todas, hasta las más destartaladas,


tienen el irrenunciable derecho a mirar al río


y a los luminosos horizontes azules


donde se dibuja la orilla sur.







Y por si algunos viven en sótanos


o crece un nuevo edificio


entre las casas amontonadas en desorden,


para eso abundan los miradores


donde la ciudad narcisista,


como una reina ante al espejo,


se recrea ante sí misma.











En esta geometría escalonada,


donde crece el bosque de antenas


con griterío de gaviotas y sirenas,


ha habido que construir 

pacientemente la horizontal,


convertir las colinas en poemas cubistas


donde la curva improbable


es la distancia mas corta entre dos puntos.















Sombrías arterias de serpiente,


callejuelas inimaginables


en mapas de dos dimensiones,


concebidas por urbanistas retorcidos,


amigos de la escalera,


defensores de las zonas húmedas,


artistas del recoveco.















Después llegaron los de los medios de transporte,


retorciendo railes en curvas cerradas,


diseñando tranvías inclinados


y ascensores con sabor a Eiffel


para salvar irreales desniveles


entre lugares aparentemente


 imposibles de relacionarse.







También hay gigantescos puentes metálicos


repletos de coches diminutos, 


bajo los cuales circulan trenes,


y por debajo navegan elegantes trasatlánticos


y anacrónicos cargueros 


oriundos de remotos puertos africanos.



  










En el tiempo y en el espacio,


de la orilla norte a la orilla Sur


Lisboa se despliega en puerto y alma


ante el río que se ha convertido en mar.















Y es en el puerto, mirando al Sur


donde se produce el cocktail alquimista


de Buenos Aires, Rotterdam y el Pireo,


de tango, fado y niebla londinense,


tras la que parece surgir San Francisco


Y el Cristo de Río de Janeiro.











 Se esconde la esencia de Lisboa,

en los rincones ocultos de Pessoa,


 río,  viento y olor a mar,


refugio de gaviotas en el temporal,



tópico de saudade y melancolía,


sardinas, azulejos y poesía.






Las memorias se confunden en mar de la Paja,


como el agua dulce que llega de tierra adentro


y las mareas saladas impulsadas por la luna.







El Amazonas y el Tajo

desembocan en portugués

pero nacen en castellano.

 










5. SINTRA



es un planeta de musgo,


donde los caprichosos bloques de granito


destilan un misterio verde y refinado,


una humedad de duendes y enanitos


escondidos entre la niebla de hadas y fados


que huele a setas y caracoles.







Los rayos se atreven con timidez entre las ramas,


provocando arabescos de sombra y luz


que bailan al ritmo del viento.


Y todo explota de alegría


en las noches salvajes de luna llena


que sacuden la Sierra con frenesí ancestral.











Como alucinaciones o espejismos


aparecen por todas partes, en pleno bosque,


cúpulas hindúes o palacetes árabes,


torres de colores con formas oníricas...







Hogares de princesas y fantasmas,


estanques de cisnes y tortugas,


almenas de castillos encantados,


pozos de iniciación masónica, filigranas góticas,


conventos de corcho sumergidos en el musgo


o misteriosos círculos de dólmenes inmemoriales.







Todo lo que suene a misterio


se materializa en este mundo delirante


de poetas, monjes, reyes y sonámbulos.












Los palacios son de todos los estilos,


De todos los climas, de todos los rincones,


nadie adivinaría jamás a que país pertenecen,


en que lugar podría ubicarse esta mezcla fantástica.






Y todo termina  en el Océano


cuando la sierra se desploma bruscamente


en los dramáticos acantilados


donde el mar y el viento

practican su afición a la escultura.










El faro  indica el  peligro

de la montaña truncada

en el momento de atacar,

en tensión fotografiada.








Si buscas buen material
para fabricar lenguaje,
hay cantidad en la sal,
las rocas y el oleaje.




Infinito espacio azulado
entre horizonte y acantilado...











"....sino estelas en la mar."