Hacía ya un buen rato que habíamos despegado cuando llegó la cena, que disfruté con deleite mientras observaba las nubes y el cielo. El simple hecho de asomarse a la ventanilla del avión le convertía a uno en ciudadano global, habitante de un único planeta de tierra, agua y cielo, sin fronteras artificiales trazadas por la ambición humana.
Tras estas comprensibles reflexiones y el aceptable postre me sumergí de nuevo en la lectura de la guía de viajes de Brasil, descubriendo en cada párrafo nuevas y sugerentes posibilidades para el viaje.
Rio de Janeiro, la selva, el Amazonas, las cataratas, islas paradisíacas, playas tropicales, samba, futbol, carnaval, todo estaba descrito en la guía en sus mínimos detalles. El viaje a Brasil era un sueño hecho realidad, después de meses de preparación.
En fín, demasiada información. Era cuestión de relajarse, aunque era difícil con tantos planes en la cabeza, intentar dormir lo más posible para que no se hiciera largo el viaje y mañana estar fresco para el desembarco en tierras brasileñas. Me tomé la pastillita para dormir, eché el asiento hacia atrás y estiré las piernas con la esperanza de poder conciliar el sueño. La modorra me iba venciendo y me costaba mantener los ojos abiertos.....
Pero
el vecino de asiento parecía tener ganas de
conversación. Y el caso es que parecía un tipo
simpático, me cayó bien de entrada.
-Dicen
que en el avión, el tiempo se pasa volando.... -dijo haciéndose el graciosillo- No sé
si voy a poder dormir en estos asientos, está uno como
encajonado.
-Bueno,
a mi no me molesta demasiado -respondí
amablemente-. ¿que, de
vacaciones?
-Bueno......en
realidad voy a arreglar un asunto de herencia.....resulta que mi
padre, que vivía en Brasil, me dejó unas tierras en
testamento,....tengo que ir a ver si arreglo todo el papeleo, a ver
si puedo vender aquello......en fin, un lio.
-Vaya...lo
siento, lo de tu padre....
-Bueno,
la verdad es que casi no llegué a conocerlo.....el se fué
de emigrante a Brasil siendo yo muy pequeño....mi madre nunca
llegó a ir....el siempre mandó dinero, eso sí....
…Y ahora nos hemos enterado la semana pasada, de repente, por una
carta del abogado, de lo del accidente y que dejó unas tierras
a mi nombre.
Se
hizo el silencio. Sin duda era sólo la primera de docenas de
historias y dramas humanos que aparecerían durante el
viaje...
-¿Ya
tienes hotel donde quedarte en Rio?-
curioseó mi locuaz vecino.
-
Pues sí, he reservado uno por la zona de Copabacana, tiene buena pinta, según la guía.
- Ah yo también. El abogado me ha reservado el Hotel Galicia, que por lo visto es de unos amigos de mi difunto padre, gallegos también.
-Hotel Galicia dices, sí, ya lo veo, está aqui en la
guía. Dice que tiene buena relación calidad
precio, aunque es más caro que el mío. Están muy cerca, en realidad, en la misma manzana. Si quieres podemos compartir taxi y nos sale mejor.
-Vale, estupendo.
-Vale, estupendo.
Se
hizo un nuevo silencio, que aproveché para ponerme los
auriculares y oir un poco de samba.
La
llegada a Rio desde la ventanilla fué una gran avanzadilla de
lo que se avecinaba. Los barrios urbanos se retorcían entre
extrañas colinas cubiertas de selva, entre los que salían
afilados peñascos. El famoso Pan de Azucar se divisaba con
claridad, y El Cristo del Corcovado presidía el espectacular
panorama. Algo grandioso a todos los efectos.
Los
trámites de aeropuerto fueron más o menos rápidos,
pasaporte, maletas, y pronto me encontré con mi compañero
de viaje en el Hall de llegadas del aeropuerto. Salimos hacia el
exterior del terminal a coger un taxi, pero lo primero que paró
a nuestro lado fue una moderna furgoneta con vidrios oscuros.
Todo
ocurrió en cuestión de segundos.
Ya había leido cosas sobre la delincuencia en Rio de Janeiro,
pero no estaba preparado para esto.
Dos
hombres con gorro y gafas negras armados con pistolas salieron
rápidamente de la puerta lateral de la furgoneta, nos
encañonaron y nos empujaron al interior sin que pudieramos
siquiera hacernos cargo de lo que pasaba.
La
furgoneta arrancó estrepitosamente y se lanzó a gran
velocidad por la autopista, esquivando vertiginosamente otros
vehículos.
-No
armen lio y no les va a pasar nada...- comentó
uno de los asaltantes en español con acento sudamericano.
En
un lapso de tiempo indeterminado la furgoneta atravesó varios
tuneles y se adentró en una zona que parecía rural, con
mucha vegetación. En seguida entramos en lo que parecía
ser una finca privada, por las puertas que se abrían, y
paramos bruscamente en el jardín de la propiedad. A pocos
metros de la furgoneta un helicóptero empezaba a girar hélices
en ese mismo instante.
-Ahora
si que van a hacer turismo...
dijo uno de los secuestradores, empujándonos rápidamente hacia el helicóptero, entre tremendas ráfagas de ruido y viento.
dijo uno de los secuestradores, empujándonos rápidamente hacia el helicóptero, entre tremendas ráfagas de ruido y viento.
Visto
y no visto levantamos vuelo, entre colinas cubiertas de vegetación
y en pocos segundos empezamos a ver vistas aéreas de la
ciudad, favelas y rascacielos, lagos, playas y montañas, una
vista maravillosa, en otras circunstancias.
El
helicóptero se dirigía hacia las afueras, por una zona
montañosa. A través de la ventanilla los campos
cultivados iban dando paso a extensiones de verde cada vez más
selváticas, y un poco mas al fondo se adivinaba la silueta
recortada del litoral, formando caprichosas curvas de verde y azul.
En
todo el vertiginoso trayecto todavía no había podido
intercambiar palabra con mi compañero de aventura. Era todo
demasiado increíble para poder verbalizarse.
Tras
un buen rato de viaje, descendimos sobre una bonita isla tropical,
rodeada de aguas turquesa. Aterrizamos en una pequeña
explanada cerca de una playa, donde había un lujoso yate
atracado. Al fondo se distinguía una elegante mansión y
otras edificaciones. Tipos armados por todas partes.
Nos
condujeron hasta la puerta de la mansión, donde nos esperaba
un señor de mediana edad, de aspecto elegante y cordial.
Estaba acompañado por una bella mujer de largo cabello y
penetrantes ojos azules, mucho más joven que él.
-Buenos
días, señores. Usted debe ser el hijo del Sr. Tomás,
y usted, según me han dicho le acompaña desde Madrid.
-Si, nos
conocimos en el avión, en realidad... Yo venía de
vacaciones a Rio...
-Bien,
ante todo, permítanme que me presente. Soy David Sanchez y
esta es mi mujer, Sheila. Por aquí, por favor...
Sanchez, con un fuerte acento sudamericano, hablaba despacio y con un toque de autoridad, si bien intentaba parecer amable. Entramos con aire de falsa normalidad en el salón de la residencia.
Sanchez, con un fuerte acento sudamericano, hablaba despacio y con un toque de autoridad, si bien intentaba parecer amable. Entramos con aire de falsa normalidad en el salón de la residencia.
-Les
pido disculpas por las molestias, pero a veces la vida nos obliga
a hacer estas maniobras un poco bruscas.
En
el salón había una elegante mesa para cuatro y dos camareras iban y venían trayendo unas fuentes con comida.
-Permítanme una pequeña muestra de hospitalidad, como compensación a tanto sobresalto....
Nos sentamos en la mesa y, siguiendo instrucciones del anfitrión, empezamos a comer algo. El pescado estaba buenísimo, la verdad....
-Les he mandado preparar unos platos típicos, que regaremos con un buen vino argentino....
Nos sentamos en la mesa y, siguiendo instrucciones del anfitrión, empezamos a comer algo. El pescado estaba buenísimo, la verdad....
-Les he mandado preparar unos platos típicos, que regaremos con un buen vino argentino....
Entre
bocado y bocado el Sr. Sanchez va hablando con mucha calma.
-Bien,
dado el carácter involuntario de su presencia en esta casa,
creo que es mejor ir al grano cuanto antes. Sin que se nos atragante
la comida, claro. Según creo no tenía usted muchas
noticias de su padre, apenas llegó a conocerle. ¿Cierto?
-Es
cierto.
-Bien.
Espero que esta falta de lazos, digamos......afectivos, nos ayude a
verlo todo con mayor objetividad.
-Como
sabe por la carta que le envió su abogado, su padre falleció
en accidente de avioneta hace unas 3 semanas. Días antes de morir,
hizo un testamento completo, que ordenó hacer público
si algo le sucedía......la parte que nos interesa es que a
usted, tal como le explicaba el abogado en su carta, le dejó
en herencia esta propiedad, la principal de su patrimonio.
-Su
padre y yo fuimos socios muchos años. Sepa usted que si bien
tenía otros negocios, la mayor parte de sus beneficios se
debió a nuestra sociedad de exportación de
productos.....típicamente andinos. Esta isla fue durante años un punto clave de distribución de estas
mercancías...
-Por
cierto -continuó
Sanchez- hicimos buenos negocios
con algunos parientes suyos de Galicia, hasta aquella operación Nécora...... fue a partir de ahí
que a su padre le entró miedo, y se le empezó a meter
en la cabeza dejarlo todo..... imagínense...... cancelar
nuestros compromisos.
-Pueden
suponer el trastorno que esto suponía, y hay metida gente muy
importante en este negocio.....
-hasta el final tratamos de convencerle de que no era posible parar un negocio de esta envergadura....pero tenía la cabeza muy dura el gallego........todavía le guardo cariño, ya ven.
-hasta el final tratamos de convencerle de que no era posible parar un negocio de esta envergadura....pero tenía la cabeza muy dura el gallego........todavía le guardo cariño, ya ven.
-Legalmente
la isla estaba a nombre de su padre, pero en la escritura estaba
estipulado que pasaría a nombre de los otros socios si algo le
ocurría al propietario. Su, digamos, accidente venía,
pues, a resolver el problema...... Pero entonces nos enteramos de
que el viejo gallego, siempre tan precavido, había colocado la
maldita cláusula en su testamento........la propiedad pasaría
a nombre de su hijo en España si le ocurría algún
accidente...-Yo
escuchaba todo esto asombrado, intentando hacerme
cargo de las implicaciones de la increíble historia....
-Es
necesario, pues, que lleguemos a un acuerdo de caballeros, donde
usted ceda sus derechos a cambio de una justa indemnización.....,
donde todos salgamos ganando, en definitiva....
-pero me gustaría discutir esto a solas con usted y el abogado, que nos espera en mi despacho.... Sheila, por favor, ¿podrías llevar a este señor a dar un paseo?
-pero me gustaría discutir esto a solas con usted y el abogado, que nos espera en mi despacho.... Sheila, por favor, ¿podrías llevar a este señor a dar un paseo?
Sheila,
sonriente, se ofreció a enseñarme la isla, mientras
allá dentro se ultimaban los detalles del acuerdo....
Mientras
caminábamos por los cuidados senderos, me empezó a
hablar de su aburrimiento en aquella jaula dorada, de sus ansias de
aventura, de cómo había aceptado el matrimonio
ventajoso con Sanchez, que la doblaba en edad....se portaba bien con
ella en realidad........
Repentinamente
animada, Sheila se ofreció a llevarme a una pequeña
calita que era su rincón preferido en la isla. El camino era
estrecho y accidentado, entre raices de grandes árboles y
enormes hojas de helechos tropicales. El suelo estaba húmedo y
resbaladizo, y en varias ocasiones nos ayudamos uno a otro para no
caernos, entre risas y advertencias.
La
playita era una preciosa cala oculta entre grandes rocas que cumplía
perfectamente mis expectativas de lo que debía ser una playa
paradisíaca.
A
esta hora de la tarde, el agua se llenaba de reflejos luminosos y la
risa de Sheila era como una catarata de alegría mientras me echaba
agua para animarme a bañarme.
No
parecía haber ningún tipo de límites en su
actitud..... Tras unos momentos de duda y desconcierto, olvidé
deliberadamente cualquier tipo de prudencia y me atreví a
agarrarle la mano para entrar al agua. Enseguida empezamos a besarnos
y unos minutos después estábamos haciendo el amor en las aguas cristalinas, que el sol teñía de color dorado. Fue
simplemente maravilloso.
El
tiempo parecía haberse parado en aquel paraiso, y yo estaba
exhausto tirado en la arena, mientras el agua tibia y espumosa de las
olas me acariciaba las piernas y la barriga. Todas
las expectativas de aventura jamás imaginadas se quedaban
pequeñas al lado de aquella realidad sensacional. En pocas
horas me habían ocurrido más cosas insólitas que
en el resto de mi vida, pensaba mientras
escuchaba, con los ojos cerrados, el murmullo agradable de las olas
barriendo la playa.
La
voz de Sheila parecía resonar desde lo alto.
-Por
favor, caballero........
Ahora
Sheila hablaba con extraña autoridad y en un español
casi perfecto.
-Oiga
por favor- decía mientras me
tocaba en el hombro.
Yo
me hacía el remolón, aunque se oían otras voces.
¿Nos habrían descubierto?.
Un
súbito tirón en el cuello y abrí los ojos
bruscamente.
¡Era
Sheila vestida de azafata!
-Caballero,
tiene que poner el asiento vertical y abrocharse el cinturón,
estamos llegando al aeropuerto de Rio de Janeiro.
Intenté
hacerme cargo. Cerré los ojos otro segundo para oir las olas
pero solo
había ruido de motores.
Sheila
vestida de azafata insistía en lo del cinturón. En el
asiento de al lado mi compañero de aventura me miraba con cara
socarrona. En la ventanilla una imagen espectacular del Pan de
Azúcar..... ¿Que clase de juego era éste?
Medio
dormido, subí el asiento y me puse el cinto, lo que pareció
satisfacer a Sheila, quien continuó por el pasillo en su nueva
labor de azafata.
-Que
suerte, ha dormido usted todo el viaje de un tirón, yo no he
pegado ojo en toda la noche......-dijo
el tipo de al lado, al que yo creía mi amigo.
Pero
ahora ya no tenía la seguridad de haber intercambiado palabra
con este individuo, ni si durante mi agitado sueño me habría
dirigido a él en algún momento, ni que posturas o
sonidos habría emitido en mis aventuras nocturnas.....así
que opté por poner cara de circunstancias y asentir
amablemente.
Pocos
minutos después, el avión aterrizó en el
aeropuerto internacional de Río entre aplausos de los
pasajeros. Los móviles empezaban a funcionar, todo el mundo
intentaba levantarse para coger el equipaje, y yo empezaba a pensar
en que hotel me quedaría en este primer día en Río de
Janeiro...